El cambio climático tiene un impacto extremo en el Río Paraná

Marcelo Ferrero, Director Ambiental de CEDyAT, nos comparte algo de su experiencia en la misión de la UNLAM que está recorriendo el Río Paraná embarcado durante 15 días, en medio de la bajante histórica que no se daba en 78 años. Uno de los objetivos es analizar in situ esa bajante extraordinaria que ocasiona, entre los principales efectos negativos, afectaciones sobre el abastecimiento del agua potable, la navegación y las operaciones de puerto, la generación de energía hidroeléctrica, el abastecimiento de combustibles y las actividades económicas vinculadas a la explotación de la cuenca conformada por los ríos Paraná, Paraguay e Iguazú.
por Pedro Reynoso

Hasta 2020, en los humedales de Esteros del Iberá argentinos había mucha agua, pantanos, lagos estancados y lagunas, y era uno de los mayores ecosistemas de este tipo en el mundo. Pero una histórica sequía en el Río Paraná acabó con gran parte de ellos. Además el escenario de incendios devastadores en la zona mesopotamica perjudicó la flora y la fauna a gran escala.

El río Paraná es el segundo más largo de Sudamérica y cruza Brasil, Paraguay y Argentina. Las pocas precipitaciones en Brasil y Uruguay han provocado que los niveles en el caudal del río desciendan a unos niveles no vistos desde al menos 1944. Las proyecciones no son muy alentadoras y apuntan a que la sequía se extienda hasta 2023. 

Por lo pronto, en Argentina ya se ha decretado la emergencia para movilizar recursos extraordinarios hacia las poblaciones afectadas y sus autoridades piden ahorrar en el consumo de agua y reducir al mínimo las actividades que puedan provocar incendios. 

La sequía ya afecta a siete provincias de este país y la emergencia tiene su origen en un fenómeno que es multicausal, pero que encuentra su acento en el uso indiscriminado de los recursos, la quema intencional de extensas áreas para la ganadería y agricultura. Hace dos semana se decretó la prórroga por 90 días más del Estado de Emergencia Hídrica en la Cuenca del Río Paraná.

En concreto, la medida comprende a “aquellos sectores del territorio abarcado por la región de la Cuenca del río Paraná, que afecta a las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Buenos Aires, sobre las márgenes de los ríos Paraná, Paraguay e Iguazú”, según consta en el decreto 118/2022 publicado en el Boletín Oficial.

La alta demanda y las afectaciones a la cuenta del alto Paraná, al sur de Brasil, también son factores determinantes. Es una crisis que pone a toda una región de cabezas, con sus evidentes y graves implicaciones sobre ecosistemas y biodiversidad.

“En esta misión de 15 días navegamos todo el Paraná, desde la Confluencia con el Río Paraguay hasta el Canal Punta Indio, ya en aguas oceánicas“ nos dice por audio Marcelo Ferrero desde su embarcación. “Estamos registrando todo desde adentro del mismo río. Lo que hacemos aquí es chequear el muestreo y hacer contramuestras. Se hacen los mismos análisis de control en otro laboratorio“ nos explicó. 

Los científicos llevan mucho tiempo advirtiendo que el clima extremo provocará desastres en el futuro. Un reporte publicado el 28 de febrero pasado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), corrobora lo que muchos sobre el terreno están viendo con sus propios ojos. El calentamiento global está alterando la intensidad y frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos, como El Niño y La Niña — el calentamiento y enfriamiento de partes del Pacífico que altera los patrones climáticos en todo el planeta —, que además se han vuelto más difíciles de predecir, causando daños adicionales, afirmó el reporte.

“Se prevé un empeoramiento de los efectos sobre los medios de vida rurales y la seguridad alimentaria, especialmente para los pequeños y medianos agricultores y los pueblos indígenas de las montañas”, señala dicho informe.

El Paraná, eje central de una cuenca que cubre casi tres millones de kilómetros cuadrados, se encuentra en un estado que asombra a quienes viven a sus orillas y alarma a los científicos. De punta a punta de su trayecto —3940 kilómetros que nacen en las sierras del sureste brasileño y desembocan en la Argentina a las puertas de la ciudad de Buenos Aires, luego de bañar también las tierras de Paraguay—, el nivel de las aguas muestran un descenso pocas veces visto con anterioridad.

“Son quince días intensos porque la embarcación corre riesgos de quedar varada en los sedimentos cuando tomamos determinadas muestras. Estamos muy sorprendidos por este fenómeno inédito. Ver el Paraná de esta manera resulta desolador. Del diagnóstico que estamos haciendo constatamos que se mantiene la previsión de condiciones negativas para las áreas mencionadas y continúa el proceso de afectaciones originado por la sequía persistente y los pronósticos de condiciones meteorológicas deficitarias” concluyó el directivo de CEDyAT.



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