Ventajas invisibles de las unidades de vinculación
Los mayores obstáculos para la mentada «transformación digital» o » modernización del Estado» residen no solo en las decisiones políticas que toman las autoridades de turno, sino en la operatoria de las implementaciones.
Es tan rápida la velocidad del desarrollo tecnológico que suele chocar contra una impenetrable muralla burocrática, construida por el lento y enorme aparato del sector público – sean municipios, provincias o la administración central-. Donde además, nos encontramos que en muchos casos el Estado paga tarde, fuera de tiempo o en partes. Todo eso hace que los proveedores tiendan a cubrirse con los precios exagerados o integrar fórmulas polinómicas de mayores costos en los contratos que luego son casi imposibles de cobrar por múltiples interpretaciones jurídicas.
Otras veces no se tiene seguridad por el resultado final del proyecto porque no se logra contar con la disponibilidad presupuestaria real para esas tareas, por eso se caen las propuestas y hay miles de expedientes con «Términos de Referencia» (Tdr) que pierden vigencia, pero que costaron cientos de horas pagas de trabajo para consensuar y luego redactar, porque los software o hadware fueron aprobados bastante tardiamente deviniendo en obsoletos.
Estos son conocidos procedimientos administrativos que superponen normativas de diferentes fuentes los cuales parecieran estar aplicados para que nada nunca cambie y la innovación no llegue a determinados estamentos anquilosados en vetustas prácticas.
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